viernes, 30 de marzo de 2012

Bolivia centro de actualidad en el “mar abierto”


Bolivia se ha convertido en actualidad marítima, por desgracia, a causa de un secuestro de uno de sus buques que operan en mar abierto.
La repercusión mediática ha sido colosal. Incluso el blog de referencia sobre temas de piratería piratas a bordo, ha hecho eco del suceso. Es posible que sea el primer buque mercante boliviano acosado en una acción de pirateo. Y ha sido en la zona más caliente actualmente en este tipo de actividad delictiva, en la zona del Indico.
El bulkcarrier ‘Eglantine’, con 29 tripulantes a bordo y con un trasporte con carga de azúcar destino Irán, ha sido secuestrado por piratas somalís. Se encontraba navegando a 190 millas de aguas de las islas Malvidas. Ahora se encuentra en costa somalí.
Que un buque del mar guaraní sea víctima de este tipo de incidencia es una prueba de la violencia que se vive en aquellas aguas. Solo una treintena de buques con bandera boliviana operan en mar abierto.
El secuestro ha servido para poner de nuevo en actualidad al sector de la marina en Bolivia, país también guaraní. Y ha evidenciado varias cuestiones.
Primero, el deseo de los gobiernos bolivianos a que este país pueda disponer de una salida libre al mar. Se han reactivado la polémica y las desavenencias entre La Paz y Santiago, en relación al uso, reconocido como derecho, que Bolivia pueda utilizar los puertos de Iquique, Antofagasta y Arica (tratado 1904) ,y que según la cancillería boliviana,desde hace unos meses se está incumpliendo, estrangulando el tráfico boliviano hacia el Pacífico, con trabas burocráticas, impedimentos, físicos y aumentos de tasas portuarias, no reconocidas por los bolivianos.
Segundo, se ha evidenciado la necesidad de reactivar las obras del puerto, en pleno Pantanal, de Puerto Bush, que ha de dar la salida libre y natural del tráfico marítimo boliviano a través de la cuenca de los ríos Paraguay, Paraná y Plata hacia el Atlántico.
Y tercero, y última cuestión, ha entrado en debate un elemento preocupante, el de acusar a los pocos barcos con pabellón boliviano operativos en mar abierto, de responder, en muchos casos, a órdenes de fletes de sospechosa procedencia, normalmente, para cubrir tráficos encubiertos del comercio internacional.
Ante esto decir que “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. En el mundo marítimo y del comercio internacional, los fletes de dudosa procedencia son el pan de cada día. Y “lo cortés no quita lo valiente”. Una cosa no desvirtúa la otra. El derecho que tiene Bolivia en disponer de una marina mercante, no tiene por qué ser puesto en entredicho por quienes valoran y ven en las operativas de algunos brockers internacionales que impulsan gran parte del comercio mundial, como algo anómalo y sospechoso. O como dicen en Europa, “no hay que confundir la gimnasia con la magnesia”.

viernes, 23 de marzo de 2012

La fotografía puso las cosas en su punto



Interesante reflexión la de Alicia Gloria Auxiliadora Rubio que sostiene cómo la fotografía desmitificó la épica y la grandeza de la guerra.

Sólo el pintor Goya, antes de inventarse la técnica fotográfica, ya puso los horrores de la guerra en sus cuadros y grabados, cuando representó la dura represalia de los franceses contra el pueblo de Madrid el 3 de mayo de 1808. Se adelantó, sin saberlo, medio siglo antes, a lo que hizo la fotografía después al desmitificar la temática artística inspirada en las glorias y hazañas de la guerra.

Los cuadros y el arte al servicio de temas militares, hasta mediados del siglo XIX, fue un fiel mitificador de las gestas bélicas, magnificándolas artísticamente bajo la aureola de la heroicidad. La fotografía puso las cosas en su sitio. Mostró la guerra con toda su mezquindad y auténtico horror.

La primera guerra que resultó "dañada" por la fotografía fue la Guerra de Crimea. Las imágenes que reprodujeron los diarios de la época enseñaron al público incauto e inocente la verdadera realidad de la guerra .

Como muy bien dice Alicia Gloria en su reflexión sobre la fotografía, “La guerra de Crimea y la de Secesión americana, son las primeras en donde se desarrolló la fotografía periodística gracias a la invención de las placas húmedas al colodión. Desde entonces, las imágenes de la contienda dejan de ser registros de gestas épicas para conservar a través de los años aquello que hasta entonces solo guardaba la memoria de la retina”, para ser luego inmortalizada por los panagiristas al servicio de la mitificación artística.



Tras la entrada de la fotografía todo cambió. El arte ya no endulzó las contiendas entre humanos. Al contrario. Al mostrar la realidad del instante resaltó aún más su crueldad.
Una muestra clara de lo que decimos es este boceto que hemos expuesto en la entrada de este post, una acuarela que representa el montón de cadáveres paraguayos encontrados en el campo de batalla Tuyutí, obra de José Ignacio Garmendia. Parece inspirada en la fotografía del reportaje gráfico realizado por Bate&Cía, que enseña el “Octavo montón de cadáveres paraguayos” tomado durante la guerra de la Triple Alianza ó Guerra del Paraguay del año 1866.

Patéticas.


El rostro rescatado

He encontrado en la golfa de casa de mis tíos un cuadro al óleo que representa un indio guaraní. Me ha sorprendido su trazado, la energía con que está pintado, el rostro grave, la tristeza de sus ojos, su boca ancha y labios finos, su deforme hombro, los vivos colores atemperados por el paso del tiempo transcurrido en esta buhardilla. Cubierto de telarañas, ácaros, dañado por las entradas de luz que quemaban el aceite de la pintura, lo recogí de entre el suelo y la pared, donde estaba apoyado, le saqué el grueso de polvo que ennegrecía la tela y lo contemple con nuevos ojos y con una cierta pena.

Estaba tirado, abandonado, oculto entre otros trastos amontonados en aquella amplía estancia, al amparo de las humedades, las sequías y los rigores meteorológicos.

Lo he recogido con devoción, y he intentado salvarlo. Rescatarlo. No sé si será valioso o no, si su autor es conocido o no. Solo he querido sacarlo de allí y dignificar este retrato, colocándolo en una habitación, nueva y convencional. Aséptica y aburrida.

Con ello, a mi manera, he pretendido salvar del olvido a una cultura a punto de quedar abandonada en las golfas de la actual civilización.

Hubo un momento en que el resignado y triste retratado me ha dado la sensación de que me agradecía lo que estaba haciendo por él. Incluso me ha parecido observar cómo me sonreía, dándome las gracias de sacarlo de aquella lúgubre habitación y ubicarlo en el funcional y luminoso estudio donde trabajo.